jueves, 1 de noviembre de 2007

¡UN APLAUSO PARA EL ASADOR!

En este relato, excepción a la línea general de mi obra literaria, me alejo de los buques y las leyendas, para incursionar en un tema más cotidiano: el absurdo machismo de algunos individuos de mi género.



-Sara, hoy por ser domingo voy a hacer el asado, así descansás de la cocina. ¿Viste que marido te echaste, no?
-Sara, esta parrilla está muy sucia, ¿No la limpiaste?
-¿Porqué no te corrés hasta el puesto del diariero, y te traés el Clarín? Ah, y de paso, traeme cigarrillos del kiosco de la otra cuadra.
- Che, Sara, decime: ¿Cambiaste de carnicero? ¡Mirá la carne que te vendió! ¡Y estos chorizos! ¡Son peores que los de la vez pasada!
-¡Sara! ¿Qué compraste para la ensalada? ¡Otra vez lechuga y tomate! ¿Por qué no te hacés una escapadita, y te traés algo mejor?
-¡Sara! ¡Antes de irte, alcanzame el querosén y los fósforos! ¡Y buscame unos palitos y un diario viejo, para empezar el fuego!
-¡Ché, Sara, falta carbón! ¿Cómo no te fijaste? ¡Dale, metele, traete una bolsa grande!
-¡Sara, traeme la carne, y alcanzame la sal! ¿Trajiste achicoria para la ensalada? ¡Seguro que otra vez te olvidaste, y después rezongás si te pido que vuelvas a la verdulería!
-Sara, hacé el favor, buscame los anteojos que dejé en algún lado, que quiero leer el diario mientras hago el asado.
-Sarita, ¿Vos no me traerías la gorra de visera? ¡Este sol me hace doler la cabeza!
-¡Dale, Sara, alcanzame un tenedor, así lo doy vuelta! ¡Apurate, que se quema!
-¡Sara, vos no sabés el calor que hace acá al sol, y más al lado del fuego! ¿Por qué no me servís un vasito de vino fresco? Pero ché, ¡del bueno, no del que comprás vos!
-¡La flauta, no sabés el hambre que me agarró! Dale, ¿por qué no te vas al almacencito de la vuelta, y te traés un salamín y un poco de queso? ¡Pero fijate que no esté muy seco, que a vos el flaco del almacén siempre te encaja lo que tiene de clavo!
-Sara, ¿Volviste? ¡Mirá que ya casi están los chorizos! ¡Apurate, armá una picadita, que tenés que hacer la ensalada! ¡Y traete un Gancia! ¡Ponele hielo y limón! ¡Y no le echés demasiada soda, que lo arruinás!
-¡Sara! ¡El pan! ¡A que te olvidaste de comprar el pan! ¡Dale, metele que te van a cerrar!
-¡Este queso que te vendieron está muy duro! ¿Ves que tengo razón?
-¡Sara, andá poniendo la mesa!
-¡Sara, traeme una fuente, que llevo la carne!
-¿Preparaste la ensalada? Me parece que le falta sal. Hacé el favor, está al lado de la parrilla. Traéla.
-Yo digo, ¿Nadie pide un aplauso pa´l asador? ¡Ché, que mala onda!
-¡Pero Sara! ¡Este vino está caliente! ¡Traéte una cubetera!
-Decime, Sara, ¿Qué hay de postre? ¡Fijate si no tenemos alguna lata de duraznos, así le ponés un poco de vino, como hacía mi viejo!
-Sara, ¿Por qué no me preparás un café?
-Y ustedes dos, aprendan. Cuando sean grandes se van a acordar de mí. En la casa hay que co-la-bo-rar. Fíjense si no, como hoy yo hice la comida para que su madre descanse, por ser domingo. ¿Estás contenta, Sara?
-Bueno, Sara me voy a tirar un rato. ¡Estoy reventado! ¿Vos te encargás de limpiar todo esto?

-Te juro, mamá, yo no sé que le pasó a la Sara por la cabeza que me pidió el divorcio. Mirá que yo era un tipo bien casero. ¡Si hasta hacía asado casi todos los domingos, para que ella descanse!

4 comentarios:

S .M.T dijo...

Desde el vientre de mi madre, mar sagrado, se inició mi atracción por el mar.Cuántos poemas hice pensando, solamente en el mar,
Aquí uno de ellos.

Mareas

Plena de aire marino
me extiendo
en la vastedad de arena
que asoma luego de la marea.

Juguetean ondulantes las algas.

Alguien duerme
en los reflejos callados
de la cubierta de aquel barco factoría, negándose al regreso .

Otras naves están por zarpar, las llaman, las sirenas misteriosas
desde el indefinido celeste, donde el mar se besa con el cielo.

Stella Maris

Anónimo dijo...

Excelente relato
MCA

Gladys Taboro dijo...

Genial!! Pasa a menudo sin dudas...
en muchos hogares muy cerquita del asador.
Felicitaciones.
Gladys

Anónimo dijo...

Buenísimo el relato. Mis aplausos para Sara!!!!!
Liliana.